Las decisiones de los padres que no deberíamos juzgar

Foto: Elena Prieto Landaluce

La maternidad ha despertado en mi un porrón de nuevos sentimientos y desarrollado aptitudes que imagino que ya estaban ahí, más o menos visibles. Seguro que si vosotros también habéis sido padres y madres habréis sentido algo similar.

En mi caso creo que las que especialmente han salido a flote son dos: saber escuchar con atención lo que me dice el instinto y la seguridad que me da hacerle caso, y sentir una infinita empatía por el resto de padres de este mundo.

La experiencia propia de cada uno siempre nos determina, pero es que además sospecho que mi ADN familiar lleva implícito el «complejo Robin Hood» o incansable defensora de las causas injustas.  De ahí lo de este sentimiento solidario y que no pueda dejar pasar algunas valoraciones sobre decisiones que otros padres toman respecto a sus hijos, catalogándolas de no normales, improcedentes e incluso incorrectas.

Yo creo que el cambio generacional, la cultura, el desconocimiento y la cabezonería de estar convencidos de lo que nosotros hemos hecho es sin duda lo más apropiado, es en la mayoría de las veces lo que desencadenan estos juicios que pueden ser verbales, o a veces incluso emitirse simplemente con una actitud. Y si eres madre o padre sabrás de sobra que todo lo que tiene que ver con los hijos como que duele más que cualquier otra cosa.

Después del nacimiento de mi hija he visto nacer a otras churumbeles de familiares, amigos y conocidos y no he podido ni querido quedarme callada cuando escuchaba algún comentario en esta dirección, porque si encima juntas hormonas, cansancio, inseguridad y el aturdimiento de ser nuevo, esto es más nefasto aun. Y aunque a veces lleven superficialmente la etiqueta (y no la intención) de consejo, estos juicios de valor no hacen ningún bien, sino más bien dañan la autoestima de unos padres que al fin y al cabo están buscando el bienestar de sus hijos.

Precisamente el bienestar es lo que creo que debe marcar lo que objetivamente es bueno o malo para un hijo. Porque en mi opinión hay cosas demostradas que aseguran la salud física y mental de un niño que todos los padres deberíamos asegurarles. Por ejemplo, los temas médicos para mi son incuestionables. Si los médicos te dicen que hay que vacunar, pues se vacuna. Que tienes que alimentarles con ciertos nutrientes, pues por encima de deseos y creencias creo que hay que hacerlo.

Más allá de esto, afortunadamente hay miles de maneras diferentes y acertadas de criar a un niño. Y al fin y al cabo, tolerar, aceptar y arropar cada una de estas decisiones es una forma más de propiciar y asegurar el bienestar de la familia, ¿no?:

 

1. Dar el pecho o no. Prolongarlo o dejarlo pronto.

Los pediatras lo recomiendan, sí. Pero la lactancia no es moco de pavo. Para alguna mujeres el proceso es sencillo, natural y sin problemas. La mayoría encuentra alguna que otra dificultad, que a veces puede superar, otras no. Lo que es seguro es que mejor sentirte feliz con la decisión que tomes.

2. Llevar al niño a la guardería.

Nada más terminar la baja de maternidad, al año, a los dos años, o simplemente decidir que va a saltarse ese periodo e irá al cole directamente. Va a relacionarse con muchos niños sí, también va a estar expuesto a muchos virus, y va a espabilar antes o no, todo depende del punto de vista.

3. Ponerle pendientes a tu hija.

Mis padres decidieron no agujerearme las orejas cuando era un bebé. A los 5 años yo les pedí hacerlo porque quería llevar pendientes como el resto de las niñas de clase, pero me dolió muchísimo. Yo opté por ponérselos a mi hija a los 6 meses, porque pensé que ella lo querría así. Yo lo hubiera preferido, pero entiendo perfectamente la decisión que ellos tomaron.

4. Acudir antes o más tarde ante el llanto.

La chica que viene a ayudarnos en casa hace poco me confesó me personalmente le gustaba que yo acudiera rápidamente cuando mi hija lloraba. Me comentó que, para ella, los padres españoles (ella no lo es) acudimos más tarde de lo que deberíamos ante la demanda de nuestros hijos. Yo le contesté que tarde o pronto, creía que cada uno hacía lo que podía en cada momento.

5. Decidir que quieres visitas tras el nacimiento. Decidir que no.

Está claro que es un momento muy feliz, pero también delicado. En el hospital y en casa, los primeros días nunca son fáciles y creo que es bueno conceder el espacio que se necesite. La lactancia aun se está instaurando, hay pocas horas de sueño, y la madre no suele sentirse especialmente favorecida. Hay personas que necesitan tener a su círculo muy cerca, hay otras que necesitan un margen.

6. Cogerles en brazos.

Pasa algo parecido con lo del tema de ir cuando lloran. Los niños necesitan cariño, contacto físico, pero los padres también son los que conocen mejor que nadie a sus hijos.

7. Publicar en redes sociales imágenes de tus hijos.

Hay gente que les saca sin enseñar la cara y hay gente que directamente no publican nada respecto a ellos porque considera que no tienen que estar ahí. Yo subo fotos de Emma en mi blog y en mis redes porque estoy orgullosa de ella y porque si la omitiera estaría omitiendo la faceta más importante de mi vida, y sencillamente, no me sale.

8. Usar o no chupete.

He observado que muchos de los bebés y niños que se benefician de la lactancia durante tiempo no llevan chupete. Por lo visto, hay pediatras que dicen que puede no ser beneficioso para que se instaure completamente, o también puede ser que realmente no lo necesiten. Sinceramente, no me parece algo muy trascendente sobre lo que haya que opinar.

9. Dormir en la cama con tus hijos.

Si una familia encuentra así el equilibrio para descansar, ¿por qué no hacerlo? La cosa es que todos los miembros estén contentos de esta manera. Estoy segura que va a llegar un momento en el que el niño pida su propio espacio.

10. Contratar ayuda por las noches.

Hay madres y padres que saben que no podrán atender a sus hijos durante las noches, o prefieren apoyarse en alguien con el objetivo de estar al cien por cien durante el día. Muchas veces hay que trabajar mucho, hay algún problema de salud, o sencillamente otra manera de pensar y entender la maternidad.

11. Porteo o carrito.

Las mochilas y los pañuelos son una buena solución cuando necesitas estar algo más «operativo». Beneficiarse de tener a tu hijo tan cerquita, a la vez que tienes las manos libres para ocuparte de otras cosas es magnífico. Aunque lo probé yo finalmente no me he apañado de esta manera. Al sacar a Sam, me daba más seguridad llevar a Emma en el carro, por si me caía al tener que recoger los excrementos o daba algún que otro tirón.

 

 

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2 Comments

  1. Hola Bego! Es super interesante leerte, aunque como yo no tenga ninguna experiencia. Pienso también que cada uno es libre de hacer lo que le dé la gana , le haga feliz y considere opotuno. La pequeñina tiene mucha suerte con vosotros! Un beso!

  2. Laura

    Es muy difícil respetar los aspectos que has mencionado, porque casi todos estamos convencidos de que nuestra forma de hacerlo es la buena (por eso la seguimos).
    Pero al ver cómo ha cambiado mi forma de pensar durante mis 7 años de maternidad, me he dado cuenta de que todo es relativo y de que, como dices, cada madre y padre saben lo que su hijo necesita en cada momento.

    Ojalá deje de haber palabras y gestos que dañen la autoestima de cada madre/padre que intenta hacerlo lo mejor posible. Quien necesite consejo seguro que lo pedirá.

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